Mi hijo de 13 años estuvo tomando Rubifen 10 mg durante 6 meses y luego le cambiaron a Concerta, que lo tomó durante 3 meses más y se lo quité. El cambio en los estudios fué increíble, de suspender algunas con todo el esfuerzo del mundo, a sacar todo notables sin apenas esfuerzo. Su animo y autoestima mejoraron, pero sufrió 2 ataques de ansiedad, cambios bruscos de humor, tenía las pupilas dilatadas todo el día, le quitaban el apetito, le daban dolor de estómago y el colmo es que le provocaban mini ataques epilepticos cuando estaba en duermevela al irse quedando dormido. Además de cierto retraso en el crecimiento. Yo lo valoré y decidí suspenderlo, me alegro por los que hayan solucionado sus problemas con ello, pero estoy segura de que este medicamento pasa factura en la salud de los niños y a la larga en su vida adulta. Y por mi experiencia personal y lo que he investigado por experiencias de personas que lo han utilizado con sus hijos en USA desde hace más tiempo que en España, no lo recomendaría a nadie, excepto en casos verdaderamente graves. Un buen apoyo psicológico y educativo son la clave y hacer que las circunstancias se adapten lo más posible al niño y no al revés.
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Mi hijo de 13 años estuvo tomando Rubifen 10 mg durante 6 meses y luego le cambiaron a Concerta, que lo tomó durante 3 meses más y se lo quité. El cambio en los estudios fué increíble, de suspender algunas con todo el esfuerzo del mundo, a sacar todo notables sin apenas esfuerzo. Su animo y autoestima mejoraron, pero sufrió 2 ataques de ansiedad, cambios bruscos de humor, tenía las pupilas dilatadas todo el día, le quitaban el apetito, le daban dolor de estómago y el colmo es que le provocaban mini ataques epilepticos cuando estaba en duermevela al irse quedando dormido. Además de cierto retraso en el crecimiento. Yo lo valoré y decidí suspenderlo, me alegro por los que hayan solucionado sus problemas con ello, pero estoy segura de que este medicamento pasa factura en la salud de los niños y a la larga en su vida adulta. Y por mi experiencia personal y lo que he investigado por experiencias de personas que lo han utilizado con sus hijos en USA desde hace más tiempo que en España, no lo recomendaría a nadie, excepto en casos verdaderamente graves. Un buen apoyo psicológico y educativo son la clave y hacer que las circunstancias se adapten lo más posible al niño y no al revés.